Más vivo que nunca
CHOCOLATES CHAPARRO cumplió 171 años de existencia. Desde 1850 produciendo chocolate y no ha tenido más remedio que echar el cierre. Pero una firma pontevedresa, la “Chocomiño, S. L.”, consciente del valor que sin duda tiene la marca “Chocolates Chaparro”, no se lo ha pensado dos veces y se ha hecho con la marca hasta ahora ourensana.
Chocolates Chaparro es la fábrica de chocolate más antigua de Galicia. Desde su fundación, surgieron otras empresas chocolateras en la provincia, hasta una veintena, pero fueron desapareciendo con el paso de los años, posiblemente debido a los efectos colaterales de globalización.
Antes de esta globalización, muchas de estas fábricas sobrevivían gracias al consumo local, sin necesidad de buscar nuevos mercados, pero también a su vez el acceso a las materias primas era más fácil, pues cada vez más, están en manos de grandes multinacionales que dificultan el acceso a los pequeños fabricantes artesanos.
Para cualquier gallego, hablar de chocolate es hablar de Chaparro.
Estas tabletas gruesas de chocolate, han formado parte de nuestra infancia generación tras generación.
Su inconfundible olor, nos transporta a aquellas mañanas de invierno que nos despertábamos con un rico chocolate a la taza para toda la familia.
A esta pequeña fábrica ourensana, el paso del tiempo le han permitido convertirse en el chocolate más tradicional y reconocido en Galicia.
Su secreto ha sido mantener la misma receta, el mismo sabor, generación tras generación.
Su llamativo envoltorio es inconfundible.
Este delicioso chocolate a la taza, se ha consumido durante años y años también como chocolate sin hacer, con pan.
Morder en esas grandes onzas de chocolate era la mejor merienda.
En pocos minutos podrás elaborar un delicioso chocolate a la taza.
Para ello debes poner a hervir el agua o la leche (nosotros preferimos elaborarlo con leche, queda mucho más rico.
Cuando empiece a hervir retiras el agua o la leche del fuego.
Añades el chocolate y lo dejas fundir. No es necesario rallar el chocolate, se deshace igualmente.
Una vez fundido lo pones al fuego otra vez, removiendo constantemente, y lo llevas a ebullición de nuevo.
Le das dos hervores, y ya tienes tu chocolate listo para disfrutar toda la familia.